miércoles, 23 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (8)


De Aurora Sánchez y José Luis Campal

 Gabriela Mistral (nacida en abril de 1889 en Vicuña y fallecida  en Nueva York en enero de 1957) fue el seudónimo adoptado por la escritora modernista chilena y premio Nobel de Literatura en 1945 Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.
Inés ya tiene 45 días
La poetisa que desplegó en muchas de sus composiciones una especial sensibilidad maternal hacia los más indefensos, parece ser que no tuvo hijos (aunque subsiste la incógnita de si un niño que ella trataba como sobrino fuera en realidad hijo suyo), lo que dota de unas particularidades singulares a sus textos dirigidos a los más pequeños, por los que siempre se sintió atraída, dado que una de sus tareas, además de la enseñanza en escuelas rurales, fue la de esforzarse por lograr una mejora del sistema educativo.
La nana de hoy lleva por título «Meciendo» y está incluida en la segunda obra de versos de Mistral: Ternura, poemario publicado por el mítico editor madrileño Saturnino Calleja en 1924 y que la autora dedicó a su madre y hermana.  

El mar sus millares de olas
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.

El viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.

Dios Padre sus miles de mundos
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño.


martes, 22 de enero de 2013

EL REGALO DE BELÉN ENCINAS PARA INÉS


Belén Encinas es mi hermana, que no lo es ni de padre ni de  madre, pero los lazos que nos unen son tan grandes como los de sangre. Compartimos a mama Enma, su madre. Las tres formamos una pequeña familia  fuertemente unida por el cariño. Tenemos, lógicamente, más familiares, pero lo nuestro es algo especial. Comparto con ella cada foto que me llega de Inés,  ella es también un poco su nieta. Y para Inés ha hecho este cuadro que ahora comparto y que mucho me gusta.  


sábado, 19 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (7)

Inés posando para la cámara


DE JOSÉ LUIS CAMPAL
AURORA SÁNCHEZ


La poetisa murciana Carmen Conde (1907-1996) fue la primera mujer que entró en la muy docta y masculinizada Real Academia Española, institución también llamada de la lengua. Miembro de la  Generación del 27, además de dramaturga, narradora, ensayista y adelantada feminista forjada en la II República, Carmen Conde escribió, entre otras, la «Nana del sueño», una pieza singular, pues, como señala uno de sus estudiosos, a quien se dirige la autora es al «propio sueño para que sea él quien le cante a la niña para que se duerma». He aquí la nana:

Al sueño le crece
cabellos de yerba.
Al sueño le nacen
azules gacelas,
que muerden los prados,
que triscan las eras,
que pacen las noches
sin que el sueño pueda
cortarse sus ramas
de verdes almendras.
Al sueño le llaman
y el sueño contesta,
con sus ojos claros
y su boca lenta,
que dice palabras
que el sueño se inventa.

Duérmete, mi vida,
niña de la tierra,
que el sueño te canta
para que te duermas.


jueves, 10 de enero de 2013

INÉS CUMPLE UN MES



Te hice este collage espero te guste .... estoy haciendo un scrapp digital con imagenes de Germaine Bouret me encanta ilustradora de cuentos francesa y he conseguido
algunas imagenes y estoy trabajando en ellas bsin HermaninaRosa roja BELÉN ENCINAS SOLAR


LAS NANAS DE INÉS (6)


  DE JOSÉ LUIS CAMPAL
                      Y
 AURORA SÁNCHEZ

Una lengua tan dúctil y dada a la expresión afectuosa como el bable no podía faltar a la convocatoria de la modalidad lírica de la canción de cuna. De las abundantes muestras de que disponemos en nuestra habla autóctona escogemos la siguiente añada del fecundo dramaturgo y poeta ovetense, republicano exiliado, Emilio Palacios (1896-1989), autor de la conocidísima y locuaz comedia costumbrista de ambiente gijonés ¡Lenguateres! o Dios nos libre de un llevantu (1960), así como del monólogo cómico Bartuelu va pa L’Habana (1924), de exitoso recorrido. A este creador pertenece la notable nana «¡Callái, que dormi el neñín...!»:


Güeyinos castaños, boquina de grana,
manines que son cascarines de mar;
papinos con llumes de flor de manzana:
¡mio princés del alma, ¿quién te fai llorar?!

¿Por qué non te dormís, mio galán queridu?
¿Non ves que to madre velándote ta?
Da’veces qué penes me das tu, bien míu,
pensar qu’el Siñor te me pué llevar...

Vas a ser marqués, princés o menistru;
sabrás más de lletres que sabe to ma;
faciéndote flaire, llegarás a obispu,
si non... farás coples como fai to pá...

Toi llocu, muy llocu con el mio nenín:
¡si non lu hay más guapu en tou’l llugar!
¿Non veis qué veyures me fai? ¡Corderín:
tápate, raitán, que te vas costipar...!

Ya cierra los güeyos, ya fai pucherinos;
so boca y’un brotu’n sin descapullar.
(Quiciás ta suañando co los anxelinos.)
¡Mirái qué risina de repente-i da...!

Güeyinos castaños, llabinos de grana,
¡callái, que ya dormi, apagái la lluz...!
¡Qu’el Siñor te guarde, anxelín del alma!
«¡Por la siñal de la Santa Cruz

lunes, 7 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (5)


PARA INÉS
                  DE JOSÉ LUIS CAMPAL 
                                            Y 
                        AURORA SÁNCHEZ


Nuestro parnaso contemporáneo está desgraciadamente lleno de nombres injustamente olvidados. Y entre ellos no me cabe duda alguna de que los de algunas poetisas del siglo pasado se llevan la palma. Porque es increíble que a muchos lectores no les diga hoy nada o casi nada –o lo que es más triste, que se sonrían poco elegantemente cuando se menciona, por ejemplo, a Gloria Fuertes, grande donde las haya– el de una exquisita y hondamente humana escritora bilbaína llamada Ángela Figuera Aymerich (1902-1984), que hizo una obra de conciencia solidaria y de vindicación del lugar de la mujer en el tiempo que le tocó vivir. Como ha escrito José R. Zabala, «en la poesía de Ángela encontramos la voz de una mujer sincera, consciente de su papel y de su función, que escribe para que le entiendan, que desea llegar a sus lectores». A la obra de Figuera, integrada por libros como Mujer de barro (1948), Los días duros (1953) o Cuentos tontos para niños listos (1979), pertenece esta «Nana del niño goloso»:
Arrorró, mi niño,
que la noche llega.
Arrorró, mi niño,
con su capa negra...

Si te duermes pronto,
todas las estrellas,
dulces caramelos
de limón y menta.

¡Oh, qué gran merengue
la lunita llena!



domingo, 6 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (4)






 Nuevo regalo para Inés
                DE
  JOSÉ LUIS CAMPAL   
                 Y  
   AURORA SÁNCHEZ



Escritores con obra abundante y prolífica, como puede ser perfectamente el caso del  gaditano –pese a su apellido– Carlos Murciano (1931), no han descuidado el ejercicio de la nana, dado que tanto este molde como los contenidos que conlleva actúan de imán irresistible entre las sensibilidades artísticas. A este autor pertenece la delicada composición (donde puede apreciarse una de las constantes en las nanas: la repetición de frases con intencionalidad musical e intensificadora) para acunar a recién nacidos como Inés que comienza con el sentido verso «Pájaro dormido». Murciano estuvo en Candás el pasado mes de septiembre invitado por la organización de las jornadas literarias Mar adentro, y de su amplia producción, en la que se dan la mano desde la poesía y la literatura infantil hasta el ensayo, la crítica, la traducción o la narrativa, destacan, entre otros muchos, libros como: Los años y las sombras (1966), Este claro silencio (1970) o El mar sigue esperando (1982). Ésta es la nana:


Pájaro dormido
no abandona el nido.

Apoya tu frente
sobre mi almohada,
amor mío, y duerme.
Que no te desvele
la luna de mayo,
amor mío, y duerme.
Que no te despierte
la voz que te llama,
amor mío, y duerme.

Pajaro dormido
no abandona el nido
que bien le retiene,
amor mío, y duerme.

sábado, 5 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (3)


RECOPILACIÓN PARA EL BLOG DE JOSÉ LUIS CAMPAL, sobre trabajos iniciados por AURORA SÁNCHEZ

Las nanas que cantaban generalmente las madres, pendientes en todo momento de su retoño como el tesoro preciado que sin duda es, no fue una modalidad poética potestativa de un sexo u otro, y así la cultivaron tanto poetisas como poetas. Al granadino Luis Rosales (1910-1992), que durante mucho tiempo hubo de pechar con la acusación infundada de no haber sabido defender a Federico García Lorca cuando se le buscaba para fusilarlo en los inicios de nuestra guerra incivil de 1936-1939, se debe, por ejemplo, la «Nana» de hoy, que este eminente escritor, académico de la RAE, publicó en 1940. Su obra literaria fue agasajada con diversos galardones que se vieron coronados en 1982 con el Premio Cervantes, la máxima distinción en lengua española a la que puede aspirar un autor vivo. La poesía de Rosales, de arraigado sentido espiritual y trascendente, se encuentra recogida en títulos como: La casa encendida (1949), Rimas (1951), Canciones (1973) o La carta entera (1980-1984). He aquí su nana navideña:
 Duérmete, niño mío,
flor de mi sangre,
lucero custodiado,
luz caminante.

Si las sombras se alargan
sobre los árboles,
detrás de cada tronco
combate un ángel.

Si las estrellas bajan
para mirarte,
detrás de cada estrella
camina un ángel.

Si viene el mar humilde
para besarte,
detrás de cada ola
dormirá un ángel.

¿Tendrá el sueño en tus ojos
sitio bastante?
Duérmete, recién nacido,
pan de mi carne;

lucero custodiado,
luz caminante,
duerme, que calle el viento...
dile que calle.



viernes, 4 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (2)



Reyes para Inés

  Regalo  de José Luis Campal y Aurora


Las nanas o canciones de cuna –en esencia, mimos que se le dicen al bebé con voz suave y dulce para que se relaje, duerma o simplemente experimente la placidez vivida en el seno materno–, o añadas como las llamamos en Asturias (el verbo añar ha sido muy empleado por nuestras madres y cuidadoras), tienen tal vez uno de sus orígenes o momentos cumbre en la popularización de los villancicos. Es el caso de la siguiente nana, protagonizada por el niño más famoso de la tradición cristiana, recogida en Zaragoza a mediados del siglo XVIII y donde se habla de la llegada de los Reyes Magos:

Corderillo blanco
que durmiendo estás,
déjate, bien mío,
déjate arrullar.

Si te duermes, dueño mío,
yo te quiero despertar,
pues vinieron desde Oriente
los tres Reyes a adorar.

No te duermas, mi vida,
no te duermas, mi cielo,
a la yo, yo, yo,
que te arrullo yo.


jueves, 3 de enero de 2013

LAS NANAS DE INÉS (1)



 "LAS NANAS DE INÉS" son un  precioso regalo de JOSÉ LUIS CAMPAL 


En 1934, la poetisa onubense María Luisa Muñoz de Buendía (1898-1977) recogió la «Nana de María Rosa» en su libro Bosque sin salida, prologado nada más y nada menos que por Juan Ramón Jiménez. Otras obras que firmó esta autora son: Toros y palomas (1940), Tres días de amor (1949), Cuentos selectos (1951), El amor no pide permiso (1958), La princesita de la sal (1967) o Lluvia de verano (1967). En algunos textos usó el seudónimo Felix de Bulnes, como fue el caso de Herrumbre en el alma, novela corta de 1925 prologada por el poeta Rogelio Buendía, con el que la escritora se había casado en 1922. Ésta es la nana:

La luna, luna, lunera,
la pastora de los cielos,
tienen un rebaño de estrellas
y por mastín un lucero;
la luna, luna, lunera,
la pastora de los cielos.
Duérmete, niña chiquita,
la estrellita que más quiero.

miércoles, 2 de enero de 2013

HERMOSO REGALO DE AURORA GARCÍA RIVAS



Dindom (Nana)

Din dom, din dom
din dom.
La noche se acuesta
en sábanas frescas.
Din dom, din dom
din,dom.

Se duerme la rama
del laurel de la alberca.
¡Qué sueño en la rama
qué sueño en la flor!
Rosa galana
¡qué sueño en la flor!
Se duerme mi niña,
se duerme mi amor.
Din dom, din dom,
din, dom.






Gracias, amiguiña. Si yo tuviera tu talento... ¡Qué no le escribiría!

martes, 1 de enero de 2013

NANAS DE LA CEBOLLA




Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre. 

                    Miguel Hernández